lunes, 21 de junio de 2010

Las olas

El mar es sólo un conjunto de olas sucesivas, igual que la vida se compone días y horas, que fluyen una detrás de otra. Parece una división muy sencilla, pero esta operación, incorporada a la mente, ha salvado del naufragio a innumerables marineros y ha ayudado a superar en tierra muchas tragedias humanas. Recuerdo haberlo leído, tal vez, en alguna novela de Conrad. Si en medio de un gran temporal el navegante piensa que el mar encrespado forma un todo absoluto, al ánimo sobrecogido por la grandeza dela adversidad entregará muy pronto sus fuerzas al abismo; en cambio, si olvida que el mar es un monstruo insondable y concentra su pensamiento en una ola concreta que se acerca y dedica todo el esfuerzo a esquivar su zarpazo y realiza sobre el una victoria singular, llegará el momento en que el mar se calme yel barco volverá a navegar de modo placentero. Como las olas del mar, los días y las horas baten nuestro espíritu llevando en su seno un dolor o un placer determinado que siempre acaba por pasar de largo. Cuando éramos niños desnudos en la playa no teníamos conciencia del mar abstracto, sino del oleaje que invadía la arena y contra el se establecía un desafío. Cada ola era un combate. Había olas muy tendidas que apenas mojaban nuestros pies y otras más alzadas que hacían flotar nuestro cuerpo; algunas llegaban a inundarnos por completo con cierto amor apacible, pero, de pronto, a media distancia de nuestro pequeño horizonte marino aparecía una gran ola muy cóncava adornada con una furiosa cresta de espuma que era percibida con gritos sumamente excitados: Los niños nos preparábamos para afrontarla: los más audaces preferían atravesarla clavándose en ella de cabeza, otros conseguían coronarla acomodando el ritmo corporal a su embestida y quienes no veía en ella una lucha concreta, sino un peligro insalvable, quedaban abatidos y arrollados. Con cuánto placer dormía uno esa noche con los labios salados y el cuerpo cansado, abrasado por el sol, pero no vencido. La práctica de aquellos baños inocentes en la orilla del mar es la mejor filosofía para sobrevivir a las adversidades. El infinito no existe, el abismo es sólo un concepto. Las pequeñas tragedias de cada día se componen de olas que baten el costado de nuestro navío. La única sabiduría consiste en dividir la vida en días y horas para extraer de cada una de ellas una victoria concreta sobre el dolor y una culminación del placer que te regale. Una sola ola es la que te hace naufragar. De esa hay que salvarse.

Manuel Vicent, en “El cuerpo y las olas”


Cuando yo no encuentro palabras para expresarme siempre tengo a mano a Manuel Vicent. Espero que disfrutéis la reflexión.
Aprovechando que estamos en alta mar os dejo con esta sencilla receta que copié del programa Cuines en TV3: calamares con crema de cebolla y guisantes. La autora es Mey Hofmann del restaurante Hofmann de Barcelona. A continuación mi versión, me salté la decoración con tempura porque mis comensales estaban hambrientos…

Ingredientes
- 2 o 3 calamares por persona, según el tamaño.
- 2 cebollas grandes de Figueres (cebolla dulce)
- 2 dientes de ajo
- Hoja de laurel
- Aceite y sal
- 2 hojas de menta para guisar
- 300 gr. de guisantes
- Alguna hoja de menta para decorar

Preparación
- Limpiamos bien los calamares vigilando no liar un festival de tinta en la cocina. Una vez limpios, lavamos uno por uno y dejamos escurrir.
- Cortamos las cebollas en tiras finas, sazonamos, las ponemos en una sartén a fuego medio y cocinamos lentamente. Cuando las veamos transparentes añadiremos los dos dientes de ajo que habremos laminado y la hoja de laurel. Dejamos que se acaben de hacer. A continuación a apartamos la sartén del fuego, retiramos la hoja de laurel y pasamos la cebolla por el túrmix. ¡Ya tenemos la crema lista!
- En la misma sartén salteamos los guisantes (que previamente habremos cocido) con las dos hojitas de menta.
- Al mismo tiempo, pero en otra sartén, podemos ir haciendo los tubos de calamar con un chorrito de aceite, sal y dejamos hasta que estén bien doraditos. Así todo saldrá al mismo tiempo y no se enfriará.
Y ya por último montamos el platillo: cortamos los calamares a la altura de las aletas, rellenamos con guisantes, colocamos los trozos de calamar, más guisantes, las patitas, una cucharada de crema de cebolla y unas hojas de menta para decorar.

¿Qué os parece? ¿Preparados para salvarse de esa ola?

Otro día os explico el cuento de La princesa y el guisante que hoy ya es tarde.

Besos y feliz semana, corazones.