-No sois en absoluto parecidas a mi rosa; no sois nada aún- les dijo-Nadie os ha domesticado y no habéis domesticado a nadie. Sois como mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo lo hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Y las rosas se sintieron molestas.
- Sois bellas, pero estáis vacías- continuó-. No se puede morir por vosotras. Sin duda que un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es ella la rosa que he regalado. Puesto que es ella la rosa que puse bajo un globo. Puesto que es ella la rosa que abrigué con el biombo. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres que se hicieron mariposas). Puesto que es ella la rosa a la que escuché quejarse, o alabarse, o aun, algunas veces, callarse. Porque ella es mi rosa.
Y volvió hacia el zorro.
- Adiós- dijo.
- Adiós- dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
- Lo esencial es invisible a los ojos- repitió el principito, a fin de acordarse.
- Adiós- dijo el zorro-. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
- Lo esencial es invisible a los ojos- repitió el principito, a fin de acordarse.
- El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.
- El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa…- dijo el principito, a fin de acordarse.
- Los hombres han olvidado esta verdad- dijo el zorro-. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa…
- Soy responsable de mi rosa…- repitió el principito, a fin de acordarse.
El Principito de Antoine de Saint-Exupéry.
(Final del capítulo XXI)
Esta lectura fue parte de un regalo, de un Sant Jordi inolvidable. Me regalaron una rosa que venía atada en un libro, El Principito con las acuarelas originales del autor, con un separador de páginas hecho con fotos del chico más guapo y estupendo que podía existir.
- El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa…- dijo el principito, a fin de acordarse.
- Los hombres han olvidado esta verdad- dijo el zorro-. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa…
- Soy responsable de mi rosa…- repitió el principito, a fin de acordarse.
El Principito de Antoine de Saint-Exupéry.
(Final del capítulo XXI)
Esta lectura fue parte de un regalo, de un Sant Jordi inolvidable. Me regalaron una rosa que venía atada en un libro, El Principito con las acuarelas originales del autor, con un separador de páginas hecho con fotos del chico más guapo y estupendo que podía existir.
El separador descansaba en la página que os he copiado. Cada vez que lo releo me emociona.
Con los años te das cuenta de las personas que han sido o son importantes, las que son únicas entre los demás, únicas en el mundo para ti. Aquellas que te dejan huella porque te han aportado pequeños grandes tesoros de la vida. Es así que una se siente feliz y agradecida de haberse cruzado con ellas.
Hoy 23 de abril es un día que me gusta especialmente, parece que de repente la primavera se apodera de la calle, los libros y las rosas también. ¡Es una fiesta! Por un día nos olvidamos de los problemas cotidianos y las mugres de este siglo. Por eso, hoy he dedicido que es el día ideal para hacer un homenaje a tod@s aquell@s personas maravillosas, que quiero mucho. Esta entrada y este entrante es para vosotr@s: “Son de Mar”, que debe su nombre a una novela de Manuel Vicent que me fascinó.
Ingredientes
- gambas saladas
- mejillones
- pimiento rojo
- pimiento verde
- tomate
- cebolla
- aceite
- sal
- pimienta
- vinagre
- limón y perejil para decorar
Preparación
- Lavamos los mejillones y los colocamos en una olla con un dedo de agua, a fuego medio hasta que se abran.
- Picamos el pimiento rojo, el pimiento verde, el tomate y la cebolla. Podemos incorporar un huevo duro que enriquece el picadillo. Una vez tenemos todo bien picado aliñamos con sal, aceite, un chorrito de vinagre y pimienta al gusto.
- Cogemos la parte de la concha dónde se encuentra el mejillón y lo rellenamos con el picadillo.
- A continuación montamos el plato, utilizaremos unos palitos de brocheta para hacer el montadito con las gambas. Este lo pincharemos en medio limón para que se aguante, lo decoraremos con rodajitas de pimiento y limón (ver la foto). En el resto de la superficie del plato, como si de barcas se trataran, distribuiremos los mejillones rellenos.
- mejillones
- pimiento rojo
- pimiento verde
- tomate
- cebolla
- aceite
- sal
- pimienta
- vinagre
- limón y perejil para decorar
Preparación
- Lavamos los mejillones y los colocamos en una olla con un dedo de agua, a fuego medio hasta que se abran.
- Picamos el pimiento rojo, el pimiento verde, el tomate y la cebolla. Podemos incorporar un huevo duro que enriquece el picadillo. Una vez tenemos todo bien picado aliñamos con sal, aceite, un chorrito de vinagre y pimienta al gusto.
- Cogemos la parte de la concha dónde se encuentra el mejillón y lo rellenamos con el picadillo.
- A continuación montamos el plato, utilizaremos unos palitos de brocheta para hacer el montadito con las gambas. Este lo pincharemos en medio limón para que se aguante, lo decoraremos con rodajitas de pimiento y limón (ver la foto). En el resto de la superficie del plato, como si de barcas se trataran, distribuiremos los mejillones rellenos.
Y ahora ya es cuestión de decidir si tomar una cerveza o abrir un albariño.
“Hay gente que con sólo decir una palabra enciende la ilusión y los rosales” (Hamlet Lima Quintana). ¡Vosotros!
¡Feliz fin de semana, corazones!
“Hay gente que con sólo decir una palabra enciende la ilusión y los rosales” (Hamlet Lima Quintana). ¡Vosotros!
¡Feliz fin de semana, corazones!